«[…] lo que yo les propongo a ustedes es hablar bien de lunes a jueves, y lanzarnos al relajo total durante los viernes, sábados y domingos», propone Gómez Font en la introducción de su libro. «Tendremos, pues, una lengua formal que cumplirá con las normas de etiqueta, y otra lengua décontractée, con la que mostraremos nuestra faceta lúdica».
Cuesta creer que esta proposición (¿lingüísticamente deshonesta?) sea sincera. Cuesta, al menos, al venir de boca de quien durante años se ha encargado de corregir los desvíos de esa norma culta desde su puesto de antiguo coordinador general de la Fundación del Español Urgente, germen de lo que es hoy la Fundéu.