Miguel nació un sábado ochentero a las nueve de la mañana y, tras una infancia tirando a solitaria y una adolescencia bastante almibarada, decidió que quería ser tantas cosas de mayor que lo mejor era hacerse traductor, porque alguien le dijo que los traductores tienen que saber de muchas cosas distintas para poder trabajar, así que supuso que si escogía esa profesión era como escoger ser un poquito de muchas otras.
Sin embargo, en tercero de carrera la terminología y el estudio del léxico se cruzaron en su camino, y de pronto ya no quiso ser muchas cosas de mayor: las palabras y sus entresijos se le metieron entre ceja y ceja… y ahí siguen, quince años después, dándole que pensar. Después de aquella epifanía léxica, se doctoró con una tesis que analizaba la manera en que el español depende del inglés a la hora de crear términos especializados para hablar de la Enfermedad de Alzheimer, hizo un máster en Elaboración de Diccionarios y otro en Estudios LGTBIQ+ y se dedicó a dar clase y a investigar donde buenamente pudo y le dejaron. Actualmente forma parte del Departamento de Lingüística Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid y del Observatorio de Neología de Castilla y León, y también preside MariCorners, una asociación que promueve la difusión de investigaciones académicas que tienen que ver con cuestiones LGTBIQ+.
Cada vez tiene más claro que lo suyo es divulgar (con tino, ojo), así que habla sobre neologismos allá donde se lo permiten y también tiene un podcast, Grieguerías, en el que explica etimologías locas de palabras que vienen del griego, idioma que le fascina y que espera hablar con soltura algún día.