«En el nombre de Roma», la biografía más polifacética de Julio César

Todos conocemos a Julio César. Fue un romano, un gran general… y político también, ¿no? ¿Escribió algo? Bueno, a lo mejor a algunos nos suena de oídas. Conocemos su figura, pero no su historia. En realidad, su biografía no la domina cualquiera. Los más versados podrán enumerar los cargos que ostentó y puede que incluso algún rumor sobre lo que ocurría en su alcoba. Pero otros pormenores de la vida del general quedaban fuera del alcance incluso de los expertos; poco se sabía de su infancia, el final de su vida estaba rodeado de incógnitas, su sexualidad se ponía en tela de juicio… hasta ahora.

Digo hasta ahora porque En el nombre de Roma resuelve estos y otros misterios. Esta novela acompaña a César desde su niñez, desvelando así los orígenes de su política orientada hacia el bienestar de las clases más bajas; lo sigue en sus trifulcas contra los hombres más poderosos de Roma, así como en sus andanzas más allá de las fronteras romanas. Por si todo este material no fuese suficiente, las últimas páginas desvelan uno de los grandes enigmas asociados a esta insigne figura histórica. No por nada esta obra comprende el listado de asesinos del César más completo hasta la fecha.

Lo sé, estas encomiables características pueden atraer a historiadores e interesados en la Edad Antigua, pero yo no lo soy y no por eso me ha gustado menos. En el nombre de Roma es una autobiografía novelada y, como tal, cada lector puede abordarla según le plazca, en busca de conocimiento o de entretenimiento, incluso de ambos. Y es que, a mi parecer, esta obra tiene dos aspectos que la hacen fascinante: el rigor y el equilibrio. Me explico.

Me involucré en este proyecto cuando ya daba sus últimos pasos antes de volar a imprenta. Como asistente editorial, mi trabajo consistió en recolocar las comas traviesas, asegurarme de que no había mayúsculas de más (ni de menos) y detectar tropiezos en el teclado similares. Ah, y preguntar mucho a la Fundéu. Mucho. Una revisora también debe asegurarse de que no haya anacronismos, que las fechas cuadren y los lugares sean los indicados, que los personajes sean coherentes y, en suma, que todo resulte verosímil. En este aspecto, mi tarea fue más de comprobación que de corrección, pues la precisión de los detalles es pasmosa.

Admiro a los escritores que son conscientes de que escribir una novela no es solo escribir, por contradictorio que suene; también implica documentarse. Ya sea para acercarse a la vida en un pueblito de La Mancha o para descifrar uno de los grandes interrogantes de la historia, la base de una buena novela con tintes históricos debe ser su verosimilitud. No basta con apoyarse en hechos comprobados, sino que se debe transmitir la veracidad de lo que se cuenta. Y Jose Barroso lo consigue. Aunque, a decir verdad, no se podía esperar menos de un proceso de documentación de treinta años con viaje a la ciudad del Tíber incluido.

Pese a todo esto, tengo que admitir que, cuando me llegó el encargo, lo miré con un poco de recelo. Vale que me llama la atención la Antigua Roma, pero ¿tanto como para disfrutar de un libro de esta extensión? Al cabo de pocas páginas se disiparon mis dudas. En el nombre de Roma narra la ajetreada vida de César de una forma tan amena que a veces se te olvida que estás leyendo hechos históricos meticulosamente reunidos y comprobados. Este equilibrio hace que tanto los lectores que esperan una historia con la que pasar el rato como los entendidos de Antigüedad clásica hallen lo que buscan en esta obra. Además de la biografía del general, se intercalan explicaciones de hechos históricos, etimologías y tradiciones que han llegado hasta nuestros días —y que sorprenderán a más de uno— con revelaciones sobre los engranajes que hacían funcionar la República. También hay lugar para satisfacer la curiosidad de aquellos que se deleiten con rumores, despechos y deslices. Por si fuera poco, las minuciosas descripciones de las batallas y estrategias harán las delicias de los apasionados de lo bélico, pero sin llegar a aburrir a quienes no nos fascina tanto. Cuenta con la cantidad justa de detalles para mantenerte en vilo y conteniendo la respiración hasta que se declara un vencedor. Del mismo modo, las intrigas del Senado, las alianzas y las traiciones hacen que tomes partido, te involucres y devores las páginas en busca de un momento de sosiego que no termina de llegar. 

En definitiva, esta biografía de Julio César —general, político, escritor, estratega, hijo, amante, marido y un largo etcétera— es tan polifacética como su protagonista.

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Ana Sánchez