El día después de haber suspendido su defensa, una doctoranda aparece brutalmente asesinada en la Universidad de Madrid. De esta premisa parte La estructura interna de un asesinato, la primera novela de Antonio Fábregas que, con un título peculiar, no deja indiferente a nadie por su modo particular de dar pistas para resolver este misterio.
Te ganas la vida analizando palabras, frases y textos para luego conectarlos con la estructura de la mente humana y explicar por qué somos los únicos animales que pueden discutir sobre si, por ejemplo, lo mejor es la tortilla de patatas con o sin cebolla. ¿Por qué podemos hacerlo? ¿Podrías usar la extensión de un tuit para explicarlo?
La respuesta rápida es que no puedo, pero lo voy a intentar. La idea fundamental es que cualquier enunciado que hagamos es la manifestación de un conjunto de reglas que tenemos internalizadas en la estructura de nuestra mente, y las producimos igual que las abejas producen veneno o miel, es decir, sin que nos den un curso para aprender a hablar y porque hablar es parte de nuestra naturaleza.
Dices en tu biografía que cuando encuentras algo interesante que decir sobre las palabras sueles documentarlo. ¿Cuál fue el punto de partida de esta novela, dónde estaba lo interesante?
Curiosamente, lo interesante no estaba en ninguna palabra. Llevaba tiempo dándole vueltas al hecho de que para cualquier tema, sin importar su naturaleza, había siempre dos grandes teorías: una que trataba de simplificar por vía de la abstracción y donde los hechos que no encajaban se trataban como casualidades y otra que trataba de ensartar todos los hechos dentro de una explicación que tratase de construir una explicación que los englobara a todos. Me dio por pensar que esto permitía dividir en dos las teorías lingüísticas, los métodos criminológicos, las teorías psicológicas sobre las relaciones entre personas y hasta si la tortilla tiene que llevar o no cebolla (o por qué no, ya puestos, alcachofas). Y pensé que contar esto sería más divertido en una novela de asesinatos que en un ensayo filosófico.
El título ya nos da una pista de que el suspense está asegurado. ¿Es complicado construir esta tensión en una novela?
En realidad, la tensión la construye el lector en su cabeza una vez que, al escribir, le dosificas la información, le dejas ver que hay cosas que no encajan y que los personajes no consiguen contener todo lo que sucede y firmas con él el pacto implícito de todas las novelas de misterio: no te voy a ocultar nada, pero no te voy a avisar de si un detalle es importante o de cuándo alguien va a decir o hacer algo que te permitirá resolver el crimen, así que estate atento y no te pierdas nada. Tampoco sobra que de vez en cuando aparezca un muerto, claro, porque es más fácil crear tensión con los asesinatos que con las recetas para la tortilla de patatas.
¿Qué momento de todo tu proceso creativo has disfrutado más?
Sentarme a escribir y empezar a desarrollar tramas, personajes y situaciones. En mi cabeza las ideas eran esquemáticas, pero, una vez que me sentaba delante de la página en blanco, me obligaba a colorear las figuras, hacerles sombras y pintarlas en perspectiva, y eso pronto empezó a funcionar como una droga que cada vez quería más.
¿Por qué la universidad como fondo protagonista?
Dado que la novela va en realidad de qué métodos se pueden seguir para descubrir la respuesta a algo, el lugar en que la ambientara me daba un poco igual. Sin embargo, siempre me han atraído las novelas de misterio que tienen la trama situada en la universidad, como Universidad para asesinos, de Petros Markaris, The Maidens, de Alex Michaelides o A botanist’s guide to parties and poisons, de Kate Khavari, que te permiten presuponer que el crimen va a ser enrevesado y no se va a limitar a pegarle un tiro a alguien cuando no esté mirando. Sin embargo, ni la universidad refleja ninguna universidad real ni los personajes reflejan personas reales: ni son reales ni podrían serlo porque todos los elementos de la trama los convierten en caricaturas grotescas de prototipos humanos que aparecen en las novelas de misterio y los manuales de psiquiatría. Por eso, mezclo humor con sangre porque, en la novela, la universidad funciona como un microcosmos de intrigas en las que crece lo absurdo, las contravenciones de lo esperable y el misterio.
¿A quién crees que le va a encantar el libro?
Si estás buscando un libro de misterio donde realmente te den las pistas para resolver el asesinato y además te permita reírte de la condición humana y de sus miserias, este libro te va a encantar.
¿Pensabas que el momento de publicar tu primera novela llegaría tarde o temprano o no era algo que tuvieras en mente?
Esto ha sucedido un poco por casualidad y otro poco por pique personal conmigo mismo. Como el noventa y nueve por ciento de los estudiantes de filología, me metí en la carrera porque quería ser escritor y porque era un adolescente raro que se entretenía escribiendo, pero nada más empezar la carrera dejé de escribir. Un día, hace un año, mientras me estaba duchando, se me ocurrió que no había nadie que me impidiera intentar escribir una novela y que yo era el único que se estaba sujetando para hacerlo. De esta manera, decidí dedicar los fines de semana del largo otoño noruego a ver si era capaz de construir una historia, contarla y dejarla lo bastante decente como para que otros pudieran verla sin que a mí se me cayera la cara de vergüenza. Y creo que lo he conseguido, y me quedo con ganas de hacerlo más veces.