Entrevista a César Niño Rey sobre la publicación de «Iluminaciones»

¿Has sentido alguna vez cómo una revelación sacudía todos tus cimientos? ¿Es posible encontrar una nueva y buena salida en lo cotidiano? Probablemente encontrarás estas y otras muchas respuestas en Iluminaciones, nuestra última novedad. Su autor, César Niño Rey, vive con mucha ilusión el lanzamiento de su primer libro y ha querido darte unas pinceladas de lo que puedes encontrar en una obra que es toda una revelación en sí misma; por lo que cuenta y por cómo está escrita.

¿Qué siente uno cuando publica su primer libro?

En primer lugar, mucha ilusión, es cumplir un sueño. Y, en mi caso concreto, no un sueño cualquiera, sino uno de esos que prácticamente ya has asumido que no se harán realidad. También me siento un privilegiado: no es fácil que una editorial confíe en un libro de relatos de un autor inédito que ni siquiera es popular por otro motivo, como dedicarse a la política, presentar un programa de televisión o tener miles de seguidores en las redes sociales.

Por fortuna, en España no faltan sellos independientes como Pie de Página que se atreven a salir de las apuestas seguras (o que lo parecen, pues con los libros ocurre como con las películas: los pronósticos fallan a menudo). Al hablar de los sectores más sólidos, pujantes o innovadores solemos mencionar las energías renovables, el turismo, la biotecnología, la construcción… En esa lista deberían aparecer siempre las editoriales, de pocas cosas podemos estar más orgullosos en este país. También de nuestras librerías y bibliotecas, tan maltratadas a menudo.

Junto a la felicidad de ver impresas las historias que me han rondado durante años, no puedo quitarme de encima la sensación de irrealidad, como si Iluminaciones fuese obra de otra persona y yo la estuviera suplantando. Me cuesta definirme como «escritor» o «autor», aún me considero un intruso entre quienes tienen derecho a llamarse así. ¿Qué tengo yo en común con, no sé, Alice Munro, Vladimir Nabokov o M. R. James, por citar a tres escritores que están muy presentes en el libro? Incluso contestar a una entrevista como esta, cuando por mi profesión yo soy quien ha hecho siempre las preguntas, me resulta bastante extraño.

Iluminaciones se compone de nueve relatos que se desarrollan en contextos distintos y con personajes diferentes, pero ¿qué tienen en común?

Los protagonistas y los escenarios son muy variados, como lo son la extensión y el enfoque de cada relato. Los hay más realistas —en un sentido amplio, no he querido hacer costumbrismo ni sociología—, mientras que otros derivan hacia lo fantástico. Algunas historias se cuentan en primera persona y otras en tercera, hay narradores fiables y otros que lo son muy poco. La nota dominante puede ser el humor, lo psicológico, el suspense, una atmósfera determinada…

Pero hay un nexo entre los textos: aunque los personajes llevan vidas aparentemente ordinarias, sin grandes aventuras ni dramas, en cuanto rascamos un poco esa superficie, empiezan a aparecer dilemas, obsesiones, secretos y rarezas de todo tipo. Y, en cada relato, una revelación sacude aún más ese mundo interior, aclarando el pasado, dando un nuevo sentido al presente o anticipando el futuro. No siempre se trata de grandes visiones o de algo trascendental, lo que se descubre puede ser también banal, ridículo e incluso engañoso.

¿De dónde viene la idea? 

Siempre me ha fascinado la idea en sí de la revelación y, sobre todo, su potencia como recurso narrativo, tanto en la literatura como en el cine o las series de televisión. Las primeras versiones de algunos relatos de Iluminaciones se remontan a hace más de una década, el germen de otros es más reciente. Cuando empezó la pandemia, me decidí a reunirlos en un libro y descubrí que muchos encajaban como piezas de un dibujo más amplio, al leerlos uno detrás de otro sonaban como variaciones de una melodía. Descarté el resto de cuentos y trabajé con los que estaban ligados por ese motivo del descubrimiento súbito de una verdad (o que, al menos, se lo parece al protagonista). Y en cada nueva versión del manuscrito intenté potenciar ese efecto.

¿Hay algo de autobiográfico en ellos?

En un sentido estricto, muy poco, Iluminaciones no es precisamente un ejercicio de autoficción. No soy un padre de familia como el protagonista de «Materia oscura» o un prodigio del tenis como el de «6-3, 5-7, 4-4» o una de las mujeres inquisitivas e independientes de «Cuatro palabras» y «Apocalipsis». No vivo en la mansión victoriana de «Una vida plena» o en el mundo dominado por el miedo a lo sobrenatural de «Una historia fantástica». Tampoco me he encontrado con un prodigio como el de «Cosmos» ni con un método tan extravagante para conciliar el sueño como el de «Cómo acabé de una vez por todas con el insomnio». El caso de «Canta, oh diosa» es muy particular porque está protagonizado por un aspirante a escritor que llegará a serlo, es decir, que se ha convertido en un relato autobiográfico a posteriori.

Sí, es un libro absolutamente personal. Lo escribí con total libertad, sin pensar en sus posibilidades de publicación, y he tenido además la última palabra durante todo el proceso de edición, por el que me ha guiado con infinita paciencia Samara Ibarra. Así que cada frase se basa en mis deseos, ilusiones y miedos, mi memoria y mi imaginación, sensaciones y objetos de mi vida cotidiana, viajes, anécdotas que he vivido o me han contado, personas que he conocido, otras ficciones. Una de las mayores satisfacciones que me ha dado Iluminaciones es precisamente la de permitirme reconocer, en las últimas páginas, lo mucho que debo a tantos años de lecturas maravillosas.

¿Es complicado desarrollar las acciones que pueden desencadenar una iluminación?

En casi todos los relatos, la revelación coincide con el final del texto. La clave está en hacer avanzar la trama mientras creas el mundo donde se va desplegando y en graduar la información que ofreces al lector para que el desenlace resulte sorprendente y, a la vez, inevitable. En otros cuentos, la iluminación llega mucho antes y la dificultad está en lograr que la historia siga creciendo —por ejemplo, a través de las relaciones entre los personajes— sin perder de vista en ningún momento ese núcleo. La revelación debe tener sentido, pero he procurado no explicarlo todo y dejar espacio al misterio y la ambigüedad. El manuscrito fue creciendo en las primeras versiones, luego lo podé más y más, algunos cuentos acabaron perdiendo hasta un tercio de su extensión.

¿A quién le puede gustar este libro?

Creo que a cualquiera que esté cansado de los libros hechos con plantilla, que no se conforme con el entretenimiento de usar y tirar y que busque historias con ángulos insólitos y donde cada palabra cuenta. No suelo escribir con un tipo de lector concreto en mente, pero, cuando lo hago, pienso en alguien curioso y exigente que completa el texto con su imaginación, lo conecta con su propia experiencia y con otras historias y aprecia el estilo y los detalles.

Después de compartir lecturas durante mucho tiempo en tu blog personal, ¿cómo afrontas estar en el otro lado? Es posible que, desde hoy, tu libro empiece a ser reseñado por otros.

Hasta ahora no me había detenido a considerar seriamente esa posibilidad, gracias por crearme una nueva preocupación. En mi blog Escritas en el agua y en las redes sociales comento los libros que me interesan mucho o me entusiasman, no tiene sentido malgastar horas con una lectura a la que encuentras más defectos que virtudes, y menos aún dedicar tiempo a reseñarla luego (salvo que seas un crítico profesional). Ojalá que con Iluminaciones ocurra lo mismo.

Si no es así, espero tener la modestia suficiente para aprender de las críticas que sean negativas, pero razonables y también la confianza necesaria para que no me hundan. En Internet me he encontrado más de una vez con comentarios negativos sobre libros que para mí son obras maestras, creo que esa experiencia me ayudará a relativizar los reproches. Los elogios, si los hay, seguro que no se me van a subir a la cabeza, así que animo a los lectores a no escatimarlos y a compartirlos en público y también, por supuesto, conmigo.