La importancia de tener una consultora ortográfico-sentimental de urgencia a mano

Seguro que alguna vez te han dado ganas de llorar viendo los fallos gramaticales de algunas personas o, peor aún, has cometido algún fallo garrafal justo cuando tenías una conversación importante y en la que no podías quedar mal. Puede que también te haya ocurrido que quisieras enviar un mensaje o escribir algo y te han surgido dudas. Dudas que seguro que a día de hoy sigues teniendo y que te pueden llegar a quitar el sueño. Déjame decirte que te hubiese venido de perlas un consultor ortográfico-sentimental de urgencia. ¿No sabes lo que es? No te preocupes. Por suerte, hoy hemos contactado con Mari Tilde, la consultora ortográfico-sentimental de Cálamo&Cran.

Cristina Planchuelo es quien está detrás de este personaje tan interesante y quien responde a las consultas ortográficas en una de las secciones de su blog. Si todavía no conoces a Cris y a Mari Tilde, te recomiendo que lo visites en cuanto termines esta entrevista porque te va a encantar su sección.

En cuanto a Mari Tilde, hay que recalcar que tiene una personalidad un tanto peculiar, sin pelos en la lengua y que no se anda con rodeos. Es una consultora que dice lo que piensa, sin tapujos, y muchas veces puede sentarte como un jarro de agua fría. No deja vivo ni al entrevistador….

Cris Planchuelo nos ha concedido una entrevista para contarnos un poco más sobre los orígenes de Mari Tilde, sus anécdotas y curiosidades, en la que descubriremos si realmente es un personaje o quizá comparta rasgos de su personalidad con Cristina. Además, conoceremos un poco más sobre lo que piensa Cristina en cuanto a los problemas de hoy en día relacionados con la lengua:

Mari Tilde es un personaje con mucha personalidad que se define como consultora ortográfico-sentimental de cabecera que, sin duda, realiza una función social muy importante, pero… ¿cuánto de Cristina hay en Mari Tilde? ¿Es solo un personaje o hay veces que actúas como una consultora ortográfico-sentimental? ¿Tienes alguna anécdota en la que hayas tenido que ejercer de urgencia?

Uy, uy, uy, cuántas preguntas de golpe… ¿Sabes que no es bueno hacer enumeraciones tan largas? Resultan abrumadoras. Vayamos por partes. Yo no soy Mari Tilde, aunque nos une el amor por la lengua y el odio por la casposa y rancia pedantería. Nos influimos la una a la otra en nuestras conversaciones y a veces no queda claro quién es cada una. Yo escribí un consultorio sobre sexo en mi pasado de periodista, de modo que algo de ese ramalazo queda en mí. ¿Urgencias? Muchas. Es típico lo de «perdona las prisas, pero estoy escribiendo un texto y no sé muy bien si…» y me pilla en el supermercado, lavándome la cabeza o en el cine. Yo hago que esperen… para que piensen o busquen por su cuenta, no por maldad.

¿De dónde surgió la idea de Mari Tilde? ¿Hay algún motivo de por qué escogiste ese nombre?

Se me apareció una noche de mucho calor y mal dormir. La vi un poco transparente, y llevaba su pichi, el moño y unas gafas. Yo creo que se me presentó en su cuerpo astral o algo así. Me dijo que me había escogido para la misión de salvar a la humanidad de los errores ortográficos, las ultracorrecciones y la falta de estilo. Yo también le pregunté por su nombre cuando me lo dijo, no creas. «Pertenezco a una familia muy atildada y con muchos acentos», respondió. Y se desvaneció en la oscuridad nocturna.

¿De dónde vienen las consultas que respondes en el consultorio? ¿Son puramente imaginación o realmente hay algo o alguien que te impulse a abordar los temas que tocas?

Cualquier parecido con la realidad es pura realidad, aunque debo decir que me gusta exagerar un poco las cosas para darles más gracia. Alfred Hitchcock aseguraba que un buen drama es como la vida, pero sin las partes aburridas. Por eso yo, aunque soy periodista y por tanto una cronista de lo que pasa, añado y quito donde veo que hace falta: es más divertido.

Actualmente existe la tendencia de no escribir adecuadamente y parece que las personas son muy desganadas para ello, sobre todo si el contexto no es puramente formal. ¿Crees que el uso de las nuevas tecnologías nos está relajando en ese sentido? ¿Crees que existe una falta de interés en el campo de la lengua en las nuevas generaciones? Y, lo más importante, ¿qué es lo que está fallando para que esto esté ocurriendo? ¿Son elementos como la educación en la lengua, las instituciones encargadas de ella o las propias personas?

Cuántas preguntitas otra vez… Seamos sinceros: la lengua, como la cultura en general, nunca ha interesado a la mayoría; solo a algunos frikis como tú y como yo. Leer y escribir son actos solitarios, mientras que las redes sociales nos hacen sentir parte de una comunidad, y eso satisface nuestro instinto social. Además, ahora hay tantas opciones de evasión que, como siempre, la lectura no encabeza el ranking en la lista de entretenimientos. Creo que parte de la culpa la tiene un sistema educativo obsoletísimo que no despierta el deseo por el conocimiento ni estimula la curiosidad. Y, además, muchos profesores en lugar de ayudar a descubrir el humor de Quevedo o la genialidad de Lope obligan a aprender sus biografías. Hay excepciones, lo confirmo, pero esta es la tónica general.

Y, por último, ¿cuánta importancia tiene la lengua para la sociedad? ¿Un lenguaje correcto, claro y sin controversias es sinónimo de una sociedad bien organizada? 

Las sociedades deben ser diversas y, por tanto, proclives a la controversia inherente a la libertad de pensamiento. Eso no me preocupa. Si partimos de la idea de que la lengua ayuda a estructurar la mente, es lógico suponer que cuanta más riqueza de vocabulario se tenga y más se sepa organizar las ideas, más eficaz será el pensamiento. Manejar bien la comunicación y por tanto la lengua ayuda a defender los derechos, denunciar los abusos, expresar realidades internas y sociales… aunque también facilita la manipulación. Por eso es tan importante que el lenguaje institucional sea claro y que lo entienda todo quisqui independientemente de su cultura, origen, nivel social, etc. Los problemas comunitarios y personales no se resuelven con la lengua, pero esta es una enorme fuente de encuentro, solución y felicidad. Por cierto, ¿te he dicho ya que no hay que hacer tantas preguntas de golpe? Recuérdalo en tu próxima entrevista.