¿Por qué no podemos dejar de crear palabras? Reseña de «La (neo)lógica de las lenguas

Miguel Sánchez Ibáñez tenía que hacer algo con las palabras que llevaba diseccionando y poniendo al microscopio desde niño, con sus tripas y entresijos, «con las irregulares y periferias del idioma» –sus salientes– «donde late el cambio y la transformación que le permite reinventarse y perdurar».

Y ese algo es, precisamente, este libro, su primer libro, La (neo)lógica de las lenguas, un homenaje a la neología, al inmenso potencial creador de los hablantes, quienes, deseosos de entender el mundo y de nombrarlo, se convierten en creadores compulsivos de palabras. Como dice el propio Miguel en esta lúcida frase del libro, «las palabras nacen hasta de quienes optan por callárselas».

La lengua no es estática, sino que la variación es el germen de la diversidad lingüística. Continuamente salen a la palestra nuevas palabras motivadas por diversos factores que necesitan ser nombrados para ser entendidos, factores geográficos, sociales, económicos, etc. Entonces entra en juego la neología, que se ocupa de dar cobijo y auscultar a esas palabras recién llegadas, muchas veces antiguas conocidas, que vienen a ocupar un nuevo espacio en la lengua y en el imaginario colectivo.

Exquisitamente escrito, el libro consigue bajar a tierra conceptos muchas veces farragosos para los lectores ajenos a la materia, e ilumina, con un tono divertido, didáctico y audaz, el relevante fenómeno de la neología: las dobleces de las palabras, sus salientes, sus más recónditos secretos y, sobre todo, la importancia de la neología y los neologismos para la supervivencia de la lengua, porque «una lengua sin neología es una lengua condenada a morir».

Como asegura Miguel Sánchez en uno de los apasionantes capítulos del libro, es complicado determinar con exactitud cuándo nació determinada palabra, «es ciertamente difícil poder felicitar a una palabra por su cumpleaños». Sin embargo, nosotros sí podemos felicitar a Miguel por el nacimiento de este libro, y a todos los hablantes por su compulsiva tarea de crear palabras sin cesar; también a los lectores, por la suerte de encontrarse con La neo(lógica) de las lenguas entre las manos.

Estamos todos de enhorabuena: como una nueva y prometedora palabra, este nuevo y brillante libro acaba de salir a la palestra. ¡Que empiece el espectáculo!

Sara Manso