La (neo)lógica de las lenguas

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Alubiada, like, televermut, flamencólico… no podemos parar de crear palabras: las lenguas necesitan de nuestra imaginación y nuestra complicidad colectiva para ponerse al día, y jamás pueden escapar de nuestras ganas de nombrar lo que nos rodea: es la (neo)lógica de las lenguas: el ímpetu que las lleva a reinventarse, como Madona, para no pasar de moda.

Este libro se pasea por los procedimientos de formación de neologismos huyendo de reglas y teorías: en lugar de eso, habla de préstamos que son princesas guerreras, de compuestos tan veloces como un tren bala japonés, de acrónimos que se cierran peor que el baúl de la Piquer o de las irreconciliables diferencias que existen entre los neologismos Pantoja y los neologismos Winehouse. Hay xenismos que atracan en callejones oscuros, palabras haciendo cola para un casting, y una señora con bata de flores que responde al nombre de Antonomasia. Toda esta troupe de personajes nos ayuda a comprender por qué es tan especial la chispa que prende entre los hablantes al usar una palabra recién desembalada, qué hace que algunas nos resulten más ingeniosas que otras, y las consecuencias que tiene eso para nuestra forma de entender el mundo: en la creatividad léxica se esconden un buen puñado de paradojas que definen nuestro idioma, pero también el idilio eterno que mantenemos con él.

Además, intenta dar algunos apuntes sobre la relación de amor-odio entre las palabras recién creadas y los diccionarios… y de cómo nos afecta a los hablantes estar en medio de ese fuego cruzado de definiciones, categorías y sesgos ideológicos. Un intento, en definitiva, de hacer que quienes amamos las palabras perdamos el miedo a reinventarlas siempre que nos apetezca.

Hay existencias

SOBRE EL AUTOR

Miguel nació un sábado ochentero a las nueve de la mañana y, tras una infancia tirando a solitaria y una adolescencia bastante almibarada, decidió que quería ser tantas cosas de mayor que lo mejor era hacerse traductor, porque alguien le dijo que los traductores tienen que saber de muchas cosas distintas para poder trabajar, así que supuso que si escogía esa profesión era como escoger ser un poquito de muchas otras.

Sin embargo, en tercero de carrera la terminología y el estudio del léxico se cruzaron en su camino, y de pronto ya no quiso ser muchas cosas de mayor: las palabras y sus entresijos se le metieron entre ceja y ceja… y ahí siguen, quince años después, dándole que pensar. Después de aquella epifanía léxica, se doctoró con una tesis que analizaba la manera en que el español depende del inglés a la hora de crear términos especializados para hablar de la Enfermedad de Alzheimer, hizo un máster en Elaboración de Diccionarios y otro en Estudios LGTBIQ+ y se dedicó a dar clase y a investigar donde buenamente pudo y le dejaron. Actualmente forma parte del Departamento de Lingüística Aplicada de la Universidad Politécnica de Madrid y del Observatorio de Neología de Castilla y León, y también preside MariCorners, una asociación que promueve la difusión de investigaciones académicas que tienen que ver con cuestiones LGTBIQ+.

Cada vez tiene más claro que lo suyo es divulgar (con tino, ojo), así que habla sobre neologismos allá donde se lo permiten y también tiene un podcast, Grieguerías, en el que explica etimologías locas de palabras que vienen del griego, idioma que le fascina y que espera hablar con soltura algún día.