La lingüística forense es una rama de la lingüística aplicada que se encarga de analizar el lenguaje en relación con el derecho. Así, Gibbons y Turell (2008) distinguen tres ámbitos principales: el análisis del lenguaje jurídico (es decir, el lenguaje utilizado en la redacción de leyes, contratos, etc.), el análisis del lenguaje judicial (el lenguaje utilizado por jueces, abogados, policías, testigos, etc.) y el lenguaje evidencial (el análisis del lenguaje para ser utilizado en investigaciones policiales y procesos judiciales como pruebas). En el mundo académico, el ámbito del lenguaje evidencial tiene su origen en el Reino Unido durante la década de 1960, aunque en nuestro país su desarrollo es posterior. Por este motivo, aunque ha experimentado un crecimiento y una difusión entre el público no académico como pocas áreas de la lingüística habían visto hasta el momento (en parte gracias a series de televisión), todavía es desconocida (o mal conocida) por gran parte de la población y de los profesionales de disciplinas relacionadas (del derecho, de la criminología o de la Administración, por ejemplo).
Decálogo para solicitar una pericial lingüística se centra en el último ámbito de la lingüística forense mencionado anteriormente, el lenguaje evidencial. De forma muy breve (23 páginas) y utilizando un lenguaje sencillo, que huye de los tecnicismos, desgrana de manera accesible los servicios que más comúnmente ofrecen los lingüistas forenses a sus tres grandes destinatarios: actores del mundo de la justicia (jueces, abogados, fiscales…), agentes policiales de distintas unidades y ciudadanos de a pie que se ven envueltos en situaciones que pueden llegar al terreno jurídico. Se compone de diez capítulos pensados para resolver las dudas iniciales que suelen plantear a los peritos lingüistas las personas que se informan sobre sus capacidades por primera vez.