El animal más vivo, la última novela de Martín Parra se lee como una nueva etapa en la descripción de los ambientes de un Madrid gris, como ya sucediera por ejemplo en Madrid, Düstopos (Ed. Madera Berlín, 2019). En esta ocasión, para evitar el conocido miedo del autor de escribir siempre el mismo libro, Parra propone una escritura polifónica, con capítulos relativamente breves en los que los sucesivos personajes van confeccionando las piezas de un puzzle con matices de novela negra.
Con su habitual don para describir con breves pinceladas a los protagonistas y dotarlos al mismo tiempo de una gran profundidad psicológica, el novelista parte de una conmemoración sobre los acontecimientos del 15-M en Madrid para llevarnos de la mano por la capital española mediante esos rasgos de nuevo costumbrismo que tan bien trazan sus escritos. Esa base parece plantear de entrada el tema de la banalización, que irá declinándose en diversas facetas de un prisma que le hace guiños poéticos a Umbral, incluso explícitamente, como cuando leemos: «(el barrio de La Latina) es un lugar siempre atardecido a la sonrisa fácil, mortal y rosa».