Más allá del turista y del –ya algo manoseado– concepto de nómada digital se encuentra un tercer género de sujeto turístico que surge de una lenta metamorfosis: el turista-residente-itinerante por motivo laboral.
Existe desde hace mucho tiempo, aunque apenas se le han dedicado letras: se trata de la figura del turista-residente-itinerante. Así es como se define a sí mismo el arquitecto madrileño Pablo Carballal en su libro Turista o residente (Pie de Página, 2020) para explicar el período de cuatro años en el que habitó las ciudades de Nueva York, Berlín, Roma y Londres, encadenando trabajos en diversos estudios de arquitectura.
Al hablar del concepto de turista-residente conviene evitar confusiones con otro tipo de turismo de raíz similar: el de “turismo residencial” de los migrantes residenciales no laborales de origen extranjero (por ejemplo, el que sucede en las regiones costeras mediterráneas). Este turismo, tal y como explica el sociólogo Alejandro Mantecón, es el responsable de transformar estas regiones “mediante la construcción a gran escala de urbanizaciones de viviendas destinadas al consumo turístico”.