Una vez traducido el texto, nos encontramos ante otra de las partes más importantes del proceso de traducción, quizá equiparable a la traducción en sí: la revisión. Durante la carrera, nos insistían mucho en revisar los textos una y otra vez, dejando reposar la traducción unos días y revisándola pasado ese tiempo, ya que se ven las cosas con otra perspectiva. Incluso durante la propia traducción, si estamos atascados, es bueno tomarse algo de tiempo antes de resolver aquello que no nos deja avanzar, pues es muy probable que, pasados unos días, encontremos una solución. Volviendo al asunto de la revisión, no basta con leer el texto una única vez, sino que es conveniente hacer dos o tres revisiones, al menos una de ellas en profundidad, porque somos humanos y, aunque no queramos, encontraremos errores de los que no nos habíamos percatado en un primer momento. También es una excelente idea, si se tiene la posibilidad, que revise el texto una persona ajena a él: algún compañero traductor o, incluso, alguien familiarizado con el tema sobre el que verse nuestra traducción. Al ser el primer acercamiento que esa persona tiene sobre el texto, no estará condicionado por él y, seguramente, localice muchos más errores o cuestiones mejorables que nosotros.
Por último, cuando tengamos el texto limpio y estemos seguros de nuestra traducción, procederemos a enviársela al cliente o a la persona que nos la haya mandado. Nos van a surgir mil dudas, nos va a dar miedo el haber cometido un error que no hemos corregido y puede que nos sintamos inseguros, pero si de verdad hemos seguido todos los pasos que he explicado a lo largo de este artículo, estaremos entregando una traducción que, casi con toda seguridad, cumplirá con los estándares de calidad requeridos. Al final, la práctica hace al maestro y es normal sentir miedo en los primeros encargos, incluso cuando aún somos estudiantes y no son situaciones reales, pero lo importante es aprender de los errores, seguir los consejos de aquellos que saben más que nosotros y, sobre todo, seguir formándonos como traductores en aquellos ámbitos que nos interesen más porque el conocimiento, a pesar de no ocupar espacio, es un arma muy poderosa en esta profesión.